En el pequeño municipio de El Molino, ubicado al sur de La Guajira, se encuentra el pueblo indígena Cariachil, que lucha por evitar su extinción y tener el reconocimiento étnico y legal.
De los 8.728 habitantes que tiene la población, 379 pertenecen a esta comunidad indígena, la cual está distribuida en 75 núcleos familiares que habitan en siete veredas definidas y ubicadas en área rural.
En su mayoría los cariachiles se dedican a la agricultura, pero también a la artesanía, sobre todo en la fabricación de quioscos de palma amarga, la alfarería y el comercio, aunque hay 61 profesionales en las ramas de la docencia, la salud y la ingeniería, lo cual, dicen, los “llena de orgullo”.
El apellido Cariachil es invocado como relativo de identidad dentro de la comunidad y es el más emblemático, pero también hacen parte de sus familias los apellidos Vence, López, Díaz, González, Rojas, Ibarra, Alarza, Toncel, Morales, Vega, Olaya, Martínez, Argote y Moscote, entre otros.
Según el cacique gobernador Alcides Vence Ibarra, actualmente se trabaja en la reconstrucción étnica y cultural del pueblo Cariachil, en cuyo proceso se evidencian avances.
“Creamos la Asociación Indígena Cariachil Asoinca en noviembre de 2006, cuando se reunieron unas 300 personas mayores de edad pertenecientes a la familia Cariachil, hasta la quinta generación, mostrando evidencias como partidas de bautismo que reposan en los libros de la Parroquia San Lucas de esta localidad y otros documentos”, explicó.
Tres años más tarde, en febrero de 2009, se legalizó la asociación y ese mismo año se conformó el cabildo indígena, siguiendo los lineamientos, respecto a sus derechos, creencias y costumbres.
El día 15 de enero de 2013, a las 9:20 a.m., se reunieron centenares de personas en el sitio conocido como ‘Playa Alta’, propiedad de un descendiente Cariachil, para la respectiva elección del nuevo cabildo Indígena Cariachil de El Molino.
En ese evento se posesionó la Plana Mayor ante la comunidad y quedó designado como cacique gobernador Alcides Vence Ibarra.
Por la reivindicación
Hasta ahora sigue la lucha permanente para la reivindicación de los cariachiles que están asentados en este territorio colindante con la Serranía del Perijá y guardando cierta distancia con la Sierra Nevada de Santa Marta.
“Hemos solicitado ante la Agencia Nacional de Tierras y el ministerio del Interior, la protección para estos territorios ocupados ancestral y tradicionalmente, dado que hay algunas acciones que se están llevando a cabo para dotar al pueblo wiwa de tierras, a costa de nuestra territorialidad”, manifestó Vence.
Indica que existe gran preocupación porque con el fin de solucionar los problemas de los wiwas, se están haciendo ofertas a familias cariachiles para que vendan sus tierras, como ocurrió, por ejemplo, con la compra de las fincas
‘El Escudo’ y ‘El Paraíso’, en la vereda El Bejuco, propiedad de José Andrés López Cariachil.
“El Gobierno nacional no puede tratar de resolver un problema generando otro o afectando a otra población vulnerable y marginada como es el pueblo Cariachil, violando, entre otros, los artículos
58 y 95 de la Constitución Política de Colombia”, aseguró.
También se tiene conocimiento del procedimiento administrativo a la adquisición directa de predios de las fincas ‘La Nueva Esperanza’, ‘Nueva Esperanza’ y ‘Santa Bárbara’, en la vereda El Capuchino.
En el tema también opinó óscar Uriana, cacique wayuu del resguardo de Mayabangloma, en el municipio de Fonseca, quien dijo que “los cariachiles, son una gran familia tradicional y aún habitan estos territorios, conservando muchas de sus costumbres, como el arraigo con el campo, su espíritu comunitario y otras tradiciones”.
Agregó que “somos hermanos, pero esos derechos en estos territorios no los tienen los wiwa, y la línea negra de la Sierra Nevada no es un caucho para estirarla”.
Hace poco se conoció una comunicación por parte de la Agencia Nacional de Tierras en la que afirman que “el Ministerio del Interior conceptuó que la territorialidad ancestral de El Molino correspondía al pueblo wiwa”, en reunión sostenida en presencia de todos los entes de control tales como Defensoría del Pueblo y Procuraduría.
La historia de los cariachiles
El pueblo indígena Cariachil se encuentra constituido por los descendientes de Domingo Cariachil y otras personas que aparecen en un censo redimible del año 1803 como padrón correspondiente al pueblo San Lucas del Molino, en la jurisdicción de la ciudad de Valledupar, aunque antes, en el año 1550, ya se había tenido conocimiento de los cariachiles en la toma de Valledupar.
En 1743, según los informes hechos por los españoles sobre los naturales de la región sur de La Guajira, y consignados en los archivos nacionales, los pueblos de Santo Tomás de Villanueva y San Lucas del Molino y sus agregados, San Agustín de Farías de los Cariachiles (desaparecido) y Santa Cruz de Urumita, estaban fundamentados y bien instruidos en la doctrina cristiana, radicados en la fe católica.
Posteriormente, en 1780 el Juzgado General de Tierras, teniendo en cuenta una solicitud, ante las autoridades de la Provincia de Santa Marta, les dieron a los cariachiles una legua de resguardo, que preveía la legislación indígena de esa época, en su Título 111.
Según los documentos históricos, estos terrenos parten del “cerrojo de la Iglesia de Santo Tomás de Villanueva (hoy municipio de Villanueva) con rumbo este hasta la cordillera de los Itotos, (serranía del Perijá), siguiendo por toda su cima y por toda ella hasta encontrar el arroyo del Tablazo (hoy corregimiento de San Juan del Cesar), pasando por el Voladorcito (que es un cerro) y siguiendo aguas abajo hasta el pozo en el paso real de San Juan de Villanueva.
“Este pueblo tiene una continuidad histórica marcada por múltiples rupturas y discontinuidades, productos de las distintas dinámicas históricas experimentadas por la propia comunidad desde el periodo de conquistas hasta nuestros días, como les ha ocurrido a todos los pueblos indígenas de este país”, explica el cacique Alcides Vence.
Los pueblos fueron agrupados en varias encomiendas, cuando había dominación por la conquista española, de las cuales solo sobrevivió hasta finales de la colonia la de El Molino, la cual dio origen al pueblo de San Lucas de El Molino.
Esta encomienda fue la agregación demográfica más importante para los cariachiles, durante el periodo colonial y es quizás, por esta razón, y por la autonomía que tuvo esta “parcialidad” Cariachil, que la identidad étnica Cariachil sobrevivió por más de tres siglos, a pesar de estar anexada a otras naciones o pueblos indígenas.
“En este relato histórico se hace mención de un censo redimible de la época, donde aparecen los nombres de muchos nativos, entre ellos, uno con 22 años de edad, llamado Domingo Cariachil, y diecinueve almas más, fugitivos que hacen parte de la taza inmemorial del pueblo”, relata el cacique.
Se conoce de este hombre que fue el padre de tres hijos: Inés, Sixta y José Andrés Cariachil, quienes a la huida de su padre, habitaron las agrestes montañas de la Serranía del Perijá, en el sitio conocido como el Cerro del Capuchino.
Dice el cacique que no fueron estos los tres únicos seres de su especie “que, guiados por la deidad, esparcieron en estas tierras las semillas que un día cualquiera germinaron para mantenerse vivos en el pasado, presente y futuro por varias generaciones”.
Agrega que el cariachil aún no es “un pueblo de museo”, ya que no se ha extinguido, y lucha por mantener su conciencia como comunidad indígena.
EL HERALDO