Stiven Valencia llegó a este mundo hace dos meses. Vive en el barrio El Morrito, de Tumaco. Desde hace quince días sufre una dermatitis severa en el 70 por ciento del rostro y el cuerpo. Su madre, María Isabel Valencia, de 20 años, ha intentado curarle sus heridas sin éxito, y por eso acudió a la brigada de salud que la fundación Alas para la Gente realizó el fin de semana pasado en el lugar.

Eran las 6 de la mañana, y la alegría de unos 15 médicos voluntarios, entre ginecólogos, pediatras, optómetras, alternativos y odontólogos, se sentía en cada rincón del avión que la Policía Antinarcóticos brindó para la brigada. La misión: llevar salud al barrio, sin costo alguno.

Después de dos horas y media de viaje, la gente de El Morrito recibió a los profesionales con los brazos abiertos. Niños y niñas se agolpaban en las puertas de la escuelita cuyas instalaciones fueron acondicionadas como consultorios. Mujeres y hombres se sentaban enfrente de sus casas a esperar que empezara la atención.

El Morrito, ubicado en el norte de esta población y con unos 3.000 habitantes, es uno de los barrios más pobres del Distrito Especial de Tumaco. La falta de acueducto y alcantarillado ha ocasionado, como en el caso de Stiven, la proliferación de problemas de piel en la comunidad, sobre todo en menores de 5 años.

Camilo López es médico general y trabaja en el hospital El Tunal, de Bogotá. Aunque recibe casos médicos impactantes todos los días, el estado en el cual se encontraba Stiven lo marcó.

María Isabel, la madre del niño, manifestó que recogía agua lluvia y con esta lo bañaba. Camilo le explicó que el líquido era el culpable del brote en la piel de su hijo. Le formuló una crema, ante el riesgo de que se generara una infección grave.

“El caso de Stiven es uno de los más severos en el sector. Este tipo de patologías se dan por la falta de agua potable y las condiciones de insalubridad, y por mal manejo de las aguas residuales”, sostuvo el profesional.

A unos pasos del provisional consultorio pediátrico se encontraba la que, dos horas antes, era la biblioteca de la escuela, y que ahora servía como farmacia, con todo tipo de medicamentos para los pacientes.

Germán Lerma ha trabajado en la fundación Alas para la Gente durante 10 años. Como estaba al frente de la entrega de medicamentos, revisó la fórmula de Stiven y le proporcionó a María Isabel el preciado paquete con la crema.

“Mija, aplíquele con juicio el medicamento y verá cómo se pone de bien su bebé”, le recomendó. La madre sonrió, como casi todas las personas que recogían los suministros gratuitamente, besó a su bebé y se fue para la casa.

ELTIEMPO

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