Alrededor del 66 % de la población en La Guajira (726 mil personas) vive en condición de pobreza, y de esta cifra, aproximadamente 435 mil sobreviven con un ingreso inferior a los 127 mil pesos mensuales. Sumado a eso, las políticas asistencialistas y la desnutrición han hecho de este el departamento del país con mayor incidencia de pobreza monetaria extrema.
Sumado a eso, las mujeres que dedican su vida a tejer mochilas en esta zona padecen crisis económicas por cuenta de intermediarios que compran sus artesanías a precios muy económicos (aproximadamente 20 o 30 mil pesos) para, posteriormente, venderlas por encima de los 100.000 pesos colombianos. Esta problemática desemboca en otra que, pese a las políticas públicas existentes, se convirtió en el pan de cada día de muchos habitantes: la inseguridad alimentaria.
Es por ello que el Banco de Alimentos de Colombia -ABACO- en conjunto con su seccional de La Guajira y el apoyo de diferentes entidades del sector privado como TikTok y Novartis, crearon la iniciativa llamada ‘Banco de Hilos – Mochilas que salvan vidas’ que busca, en primera instancia, impulsar al máximo las capacidades de las mujeres que dedican su tiempo a la creación de artesanías como mochilas, las cuales en muchas ocasiones solo son vendidas con un producto más sin tener en cuenta el trabajo que hay detrás de cada tejido.
De acuerdo con Rebeca Badillo, directora del Banco de Alimentos de La Guajira, el ‘Banco de Hilos’ busca suscitar núcleos familiares sostenibles, “Cambiando la concepción de asistencialismo, por autosostenibilidad, porque muchas organizaciones han llegado al departamento, pero son asistenciales”, resaltando además que este proyecto ha hecho un seguimiento constante sobre las familias vinculadas, así como de los procesos de alimentación e independencia económica de las mujeres tejedoras.
Por su parte, Sandra Guillot, una de las líderes de este proyecto en el territorio, afirmó que gracias al Banco de Hilos se dignifican los derechos de decenas de niños en materia de alimentación, salud y educación, articulando su plan de acción con instituciones públicas y privadas.
“Rescatamos la actividad artesanal que ha estado muy afectada por la pandemia, generando un aseguramiento de los alimentos por parte del trabajo de las artesanas”, sostuvo Guillot, y agregó que también fomenta el empoderamiento comunitario transformador, otorgando además no solo una seguridad nutricional, sino también apoyo psicosocial y productivo en cada una de las 10 comunidades involucradas.
Juan Carlos Buitrago, director ejecutivo de esta misión, destacó que más del 60 % de personas que ayudan a Banco de Hilos y a la Fundación Banco de Alimentos, son voluntarios que no solamente contribuyen en los territorios, sino que también lo hacen a través de campañas de difusión en redes sociales y creando piezas audiovisuales para mostrar los trabajos hechos por las madres guajiras.
Además, advirtió que otra de las funciones de la convocatoria es “emprender una apuesta seria para la prevención de la desnutrición crónica que afecta no solamente a las personas que sufren hambre, sino también a la economía y al desarrollo del país”.
Finalmente, es de resaltar que a través de ‘Mochilas que salvan vidas’, muchas mujeres wayuu potencian sus capacidades artesanales, al mismo tiempo que con comercializados sus productos para así generar una cadena de valor que las beneficie a ellas, pues ellas obtendrán mercados y ayuda multidimensional, además del dinero generado por su labor.
De igual manera, el proyecto se enfoca en madres gestantes y aquellas con hijos menores de cinco años con el fin de “garantizar que en estas comunidades tengamos cero muertes por desnutrición crónica”, tal como lo prevé Buitrago.
Fuente Infobae