El paro camionero captó la atención de todo el país, no solo por la evidente parálisis de la movilidad, sino por las múltiples consecuencias que se derivan de él. El aumento del precio del ACPM desató una ola de protestas del gremio camionero, pero este es un tema que afecta a todos los colombianos, no solo a los transportistas. La escasez de alimentos, la cancelación de clases para nuestros hijos, y el impacto en la economía diaria son apenas algunos de los efectos inmediatos que estamos presenciando. Sin embargo, las consecuencias a largo plazo para el ciudadano de a pie podrían ser aún más graves.

Uno de los efectos más preocupantes es el impacto directo en el costo de los bienes y servicios, incluyendo los productos básicos de la canasta familiar. En un país que ya enfrenta una crisis de inflación que ha elevado considerablemente los precios, sumar el aumento del ACPM solo empeorará la situación para los hogares colombianos. A pesar de que expertos en macroeconomía han intentado explicar las razones detrás de estas decisiones, tales explicaciones no alivian la preocupación más apremiante para el ciudadano común: ¿cómo seguir llevando la comida a casa cuando todo se vuelve más caro?

Además, este paro ha dejado en evidencia una preocupante incoherencia por parte del gobierno nacional. Durante su tiempo en la oposición, el uso del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) fue duramente criticado y hasta satanizado. Sin embargo, no han dudado en desplegarlo por orden directa del gobierno para enfrentar las protestas camioneras. ¿Dónde quedó ese discurso de rechazo a la represión policial?

También es importante recordar la política de subsidios que implementó el presidente Gustavo Petro cuando era alcalde de Bogotá, un enfoque con el que ganó adeptos y construyó buena parte de su plataforma política. Ahora, en el escenario nacional, esas promesas parecen haberse desvanecido. En lugar de alivios, estamos presenciando el retiro de subsidios y el encarecimiento de los productos básicos, lo que genera desconcierto en aquellos que confiaron en sus promesas de campaña.

Por si fuera poco, el presidente aparece ante la nación desviando la atención hacia otros temas que ya habían sido revelados a la opinión pública. Esto no solo parece una cortina de humo para distraer a la ciudadanía del verdadero problema, sino que también evidencia una desconexión preocupante con la realidad. En lugar de abordar de manera directa la crisis que enfrentan millones de colombianos, el gobierno parece más interesado en generar polémicas innecesarias que en proponer soluciones concretas. 

El paro camionero no fue solo un síntoma del descontento de un sector específico; es un reflejo de un país que lucha por equilibrar una economía en crisis, mientras enfrenta decisiones de política pública que impactan de manera desproporcionada a los sectores más vulnerables. Es urgente que el gobierno escuche las demandas de la ciudadanía y del gremio camionero, y que busque soluciones que realmente alivien la situación de los colombianos, en lugar de agravarla.

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